martes, 30 de septiembre de 2014

KARAI OCTUBRE

Cultura: El Karai Octubre es un duendecito que sale de la región guaraní, tiene su centro en Paraguay pero la creencia también existe en Corrientes, Formosa y parte del Chaco y Santa Fe.
 Este duende castiga a los que no supieron guardar en el invierno, con un látigo, y premia a los que tienen la olla llena el 1 de octubre, bendiciéndoles con la Espiga Dorada. Es por esto que los guaraníes recibían el mes de octubre con un delicioso guiso Yopará, para conjurar al Karai Octubre. Según la tradición, octubre es el mes en que escasean los alimentos: la mandioca, el maíz y otros productos vegetales son más difíciles de conseguir en el campo. El Caraí (señor) Octubre es, según la creencia popular, un duende maléfico al cual atraen la carencia y la pobreza. Por eso, el 1 de octubre de cada año, en los hogares se hace una comida en la que se sirve un suculento Yopará, similar a un locro, pero con porotos, con la intención de conjurarlo, ya que este duende no se queda en los lugares donde hay abundancia”. Karai Octubre Karai Octubre es un festejo Guaraní que se remonta mucho antes de la llegada de los españoles a América, cuando en la época en que florecían los lapachos los guaraníes notaban que aflojaban sus reservas de alimento, ya que no había frutos que recoger en el monte y los animales estaban muy flacos por la salida del invierno, y la agricultura que hacían como ser maíz, mandioca, batata, recién se sembraban a partir de allí. En fin lo único que había por doquier era miseria. El guaraní que era un hombre muy positivo en su manera de pensar no veía mejor manera de contrarrestar esta miseria que hacer una gran comilona y danzando su Dios Tupá para que aleje la pobreza. Cuando vienen los españoles y al convivir con los guaraníes ven precisamente que al comenzar la temporada de primavera se quedaban cortos de alimentos, adoptaron esa tradición uniéndose a la gran comilona y al baile. Algunas de las costumbres de los mayores en esta época era por ejemplo levantarse bien temprano con un arreador en mano y pegar en todos los rincones de la casa diciendo “Para que se retire karai octubre de esta casa”, o bien dejar comida en la puerta de las casa para que el que pasara por allí se la llevara. De ahí que en todas las casas, cada primero de octubre, no falte el puchero bien servido. De esa forma la conciencia de toda la familia quedará tranquila por el resto del año. En cambio aquellos que se resistan y mezquinen la comida de ese día tendrán que convivir con el hambre por el resto del año. Esta tradición enseña al campesino a prever el alimento para los suyos durante los meses de “vacas flacas”, época que se inicia en octubre y que abarca los últimos meses del año. El premio es para los previsores. El castigo, para los haraganes.



Fuente: Leandro Coronel

Chipá Pirú - Un tipo de chipá.


Es una de las 70 variedades identificadas de “chipa”, nombre genérico en la gastronomía popular paraguaya para designar a tortas o galletas de diversa forma y textura que tienen como base para su preparado el almidón (polisacárido de reserva alimenticia predominante en las plantas, que proporciona el 70-80% de las calorías consumidas por los humanos de todo el mundo), la grasa (de pella de vaca, o de cerdo) y el queso fresco y, en la mayoría de los casos, la harina de maíz.

La “chipa pirú” es una pequeña rosquilla abizcochada de no más de dos centímetros de diámetro, enormemente crocante (allí radica el secreto de su sabor) y que se utiliza fundamentalmente para acompañar desayunos y meriendas. Popularmente, una frase que se escucha con recurrencia cuando se habla de la “chipa pirú” es que “no se puede parar de comerlas…”

En cuanto “chipa” hace parte del denominado “Tyra”, nombre guaraní que designa a todo alimento que se consume para acompañar el “mate cocido”, la leche o el café, o que simplemente se prepara para fungir de complemento de otros platos.

Como todo plato del arte culinario del Paraguay, la “chipa pirú” es rica en valores proteicos y calóricos, por razones históricas plena y científicamente comprobadas*.

Origen del Nombre


El nombre “chipa pirú” deriva de dos vocablos de origen guaraní: “chipa“, nombre genérico en la gastronomía popular paraguaya para designar a la galleta o torta de diversa forma y textura que tienen com base para su preparación al almidón, la grasa, el queso fresco y la harina de maíz, y “pirú”, que significa flaco, fino, delgado o enjuto y que, en esta acepción para la rosquita, se traduce en “seco”. La “chipa pirú” es, pues, la chipa delgada o flaca y seca, características que definen la variedad y la vuelven única en la familia de las “chipas”.

Ingredientes


Para el preparado de la masa de la “chipa pirú” tradicional, se utilizan grasa de vaca (pella), huevos, queso Paraguay, almidón, anís, sal y leche cuajada.

Preparación


Se inicia el proceso con el batido de la grasa con las manos y en un recipiente de madera, hasta que logre consistencia espumosa y color blanco.

Se agregan los huevos batidos y a punto de torre y el queso pisado, batiendo hasta obtener una mezcla esponjosa. Se añaden entonces el almidón, el anís y la sal disuelta en leche cuajada y se amasa todo hasta lograr una mezcla perfecta.

Se preparan las roscas pequeñas y se las lleva a horno caliente (200°) de 15 a 20 minutos, controlando que no se lleguen a dorar. Se retiran las roscas y se raspa la parte de debajo de las mismas con un cuchillo, se enciman las roscas “limpias” y se las lleva a horno suave (120°) durante 20 minutos más.

Dato adicional de interés


Según algunos estudiosos de la historia social del Paraguay, toda la gastronomía popular paraguaya que se solidifica como pequeña industria familiar luego de la Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza (Argentina,Brasil y Uruguay, entre 1864 y 1870), es muy contundente en contenido calórico pues la situación que sobrevino en el país luego del genocidio que significó ese gran conflicto bélico hizo que los alimentos escasearan, por cuya razón toda la cocina paraguaya tiene alto contenido proteico atendiendo al hecho de que las comidas diarias eran escasas.



Fuente: es.wikipedia.org

El horno de Barro


Emplazar en nuestra propia casa un horno de barro u otro de mampostería respetando la idea básica de una bóveda con boca, con un plano donde hacer fuego y luego depositar el alimento para cocinar, es más que un hecho constructivo.

Lo he constatado a través de los mensajes que me han hecho llegar los visitantes de mi sitio, La Cocina de Pasqualino Marchese, y en la realizaciones de muchos hornos narrándome sus experiencias y mostrando la construcción con originales métodos e inventivas.
Casi no se necesitaría una introducción de cómo enfrentar su construcción. Alcanzarían las incontrastables imágenes, cientos y cientos, de todos los rincones del planeta, a través de las cuales se tiene la misma sensaciones sea cuando el proyecto lo concibe un argentino o un español, un mexicano o un australiano.
Generalmente no es un hecho individual. Es el jefe de familia con su mujer e hijos adolescentes que en conjuntos arman un equipo de trabajo con hechos y anécdotas que se recuerdan para toda la vida. O un amigo con su docena de amigos, todos aportando opiniones, salamines y botellas de fría cerveza o tintos y blancos según el cielo lo aconseje.

Planear y decidir la construcción de un horno nos acerca al comienzo de la historia de la humanidad, al atavismo con que el hombre primitivo intentaba transformar en sabrosos bocados los alimentos cosechados de la tierra, del mar o aguas dulces. Y más, con el horneado de masas de cereales molidos en harina poder realizar el alimento primario y necesario más difundido en nuestras primeras civilizaciones; el pan o las tortas.

Todavía hoy, en un mundo de hornos eléctricos o de gas, de refinado 'design' y avanzada tecnología, la expectativa que da el horno de ladrillos no ha disminuido en lo más mínimo; sabemos que las comidas horneadas serán distintas en sabor y aromas, rusticas por excelencia y con una mezcla en nuestro sentir de místico y ritual.


Las primeras formas de hornos de material y calentados mediante leña se hacen remontar al antiguo Egipto. Se han descubierto formas troncocónicas hechas en ladrillos con tierra arcillosa del río Nilo con un hueco para deposito de leña en la parte de abajo, un hogar al centro donde se quemaba la leña y finalmente la parte de cocción con puerta. Así que era el techo del hogar y al mismo tiempo el piso de cocción del horno que transmitía en calor del fuego para calentar el horno y la consiguiente cocción de los alimentos, especialmente del pan.

Más tarde, los griegos heredero de la civilización egipcia dieron forma única al horno desarrollando la vuelta de la cúpula donde se encendía el fuego para calentar el horno y luego cocinar en su plano.

Los romanos que tomaron todo de los griegos emplearon el horno como una forma conveniente de transformar el trigo como alimento básico de la población y de los soldados.

Tanta era la importancia que bajo Numa Pompilio (segundo rey de Roma, sucesor de Rómulo, (715 adC - 674 adC) se instituyeron 15 días de fiesta popular en febrero en honor a la diosa Fornax tutelar del buen funcionamiento del horno y del perfecto horneado del pan, llamándolos Fornacalia. En italiano fornace indica una cavidad donde arde un fuego y fornacella la parte de abajo donde viene apartada la brasa que se le saca. También un artefacto para cocinar, conjunto cilíndrico con cuatro patas con hierros atravesados a unos 25 centímetros del borde a manera de grilla, donde se coloca el carbón o leña para encender; la parte de abajo tiene una boca para extraer la ceniza que se cae de la parrilla y a su vez hacer de toma de aire. Hay hornillos de hierro fundido que directamente encajan en la parte superior con fondo rejilla extraíble y aros que encajan en la parte superior para adecuar la apertura al utensilios que se le pone arriba para cocinar.


El horno romano estaba construido con el recurso del arco empleado extensamente en sus construcciones como medio para que un techo se sostenga con el mismo material que lo compone. Algunos eran conformado con una doble cúpula con una intersticio sirviendo de aislamiento térmico.


sábado, 27 de septiembre de 2014

VEGETARIANOS ARREPENTIDOS: VOLVER A LA CARNE

La escasa variedad, la presión social y la baja de defensas son algunas de las razones por las que la mayoría de los porteños vuelven a comer carne tras años de vegetarianismo. ¿Argumentos reales o falta de compromiso con un estilo de vida más responsable?

Por Ayelén Bonino para 7 Días
Fotos: Thom Sánchez



Comer salchichas de tofu con puré, hamburguesas de lentejas y quinoa y pizza de vegetales en un país de tradición carnívora como la Argentina puede ser todo un desafío, aun cuando en los últimos años el mercado veggie se amplió con la oferta de nuevos productos y también de bares y restaurantes especializados. Es que mantenerse en la senda verde es un trabajo de paciencia, perseverancia y, sobre todo, de mucha disciplina y convicción. Por eso son muchos los que luego de años de una estricta dieta recaen en sus hábitos omnívoros.

Una encuesta de la cadena estadounidense CBS News, arroja que el 75% de las personas que dejan de comer carne eventualmente cambian de idea y vuelven a consumirla. Para la revista “Psychology Today”, las causas de esta transición dietaria recaen en varios puntos. Uno de los más mencionados (y discutidos por los vegetarianos más comprometidos) es el impacto que esta dieta tiene en la salud de las personas.

A los 17 años Melisa Ibáñez (22) dejó de comer carne. Hoy, asegura que tras cuatro años de vegetarianismo y veganismo estricto sintió que su cuerpo ya no le respondía como antes. “Empecé sin mucha información, hasta comía galletas con grasa vacuna y no sabía. Durante los dos primeros años que dejé la carne me bajó mucho la hemoglobina, aunque no para tener anemia. Al principio fui vegetariana dos años y después me hice vegana por dos años más. Ahí, me empecé a resfriar más”, detalla.

Según el doctor Alberto Cormillot, ser vegetariano no asegura una alimentación saludable y los efectos de la deficiencia de ciertos nutrientes pueden hacerse visibles en el cuerpo, con problemas de energía y hasta de peso. “Cualquier opción, vegetariana o no vegetariana, puede aportar la cantidad suficiente de nutrientes para alimentarte, promover tu salud, y ayudar a prevenir problemas. Todo depende de las elecciones alimentarias que se hagan a lo largo del tiempo. Para los veganos o vegetarianos estrictos, que no consumen ningún alimento de origen animal, lograr un aporte suficiente de calorías para mantener un peso saludable puede llegar a ser un desafío”, analiza.

Para Raúl Sandro Murray, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Nutrición, “el principal déficit de la alimentación vegetariana estricta es la vitamina B 12. Todos los otros macro y micronutrientes pueden obtenerse de los vegetales. Un problema adicional lo constituyen las proteínas, ya que las de origen animal son de alto valor biológico y las vegetales no, además las proteínas vegetales no son completas pues, con excepción de las encontradas en la soja, carecen de la totalidad de los aminoácidos esenciales, por lo cual no pueden ser correctamente incorporadas. Esto se soluciona combinando diferentes tipos de vegetales, por lo cual es fundamental una correcta educación”, explica.

El factor geográfico. Otra de las causas que los ex vegetarianos esgrimen son las complicaciones a la hora de preparar sus alimentos y la falta de oferta gastronómica en determinadas zonas. La base de datos de la página web especializada en gastronomía Guía Oleo arroja que en la ciudad de Buenos Aires hay 23 restaurantes estrictamente vegetarianos. Casi el 75 por ciento están en Palermo, San Telmo y la zona céntrica (donde sólo atienden al mediodía). Y en barrios de gran concentración de población como Caballito y Almagro no se registran opciones. Mucho menos en los más populares como Flores, Floresta o Pompeya.
Es que como los objetos de diseño, las terapias alternativas y las actividades como el yoga y la meditación, la alimentación vegetariana es un consumo que se extiende cada vez más pero exclusivamente en una clase media y alta con una cierta cosmovisión humanista que circula por determinadas zonas urbanas. El acceso a alimentos acordes a esta filosofía de vida está muy lejos de ser homogéneo en toda la ciudad.

“Se me hizo complicado ser vegetariano. A mí no me gusta cocinar y en la Argentina es muy difícil conseguir buenos productos.” (Juan, 30 años)Es el caso de Juan Pino, de 30 años, que luego de varios años como vegetariano, volvió a comer carne por una necesidad de encontrar variedad de sabores y opciones nutritivas. “En algún punto se me hizo complicado. A mí no me gusta cocinar y en la Argentina es muy difícil conseguir buenos productos. Por ejemplo, si vas a comer afuera y pedís algo sin carne, siempre te preguntan si querés pollo y terminás explicándo que el pollo y el pescado también son carnes. No hay opciones nutritivas, solo tartas de verdura, alimentos derivados de la soja y nada más. Hoy hay más variedad que hace años atrás pero aun no es suficiente”, detalla. “Si viviera en otro país sería más fácil. En Estados Unidos, por ejemplo, sí encontré comida veggie muy rica y con muchas especias y condimentos”, detalla.


“Se me hizo complicado ser vegetariano. A mí no me gusta cocinar y en la Argentina es muy difícil conseguir buenos productos.” (Juan, 30 años)




Para Melisa, las complicaciones a la hora de cocinar también fueron determinantes. “Es difícil. Yo vivo con mis papás, que tienen sus comidas, sumado a lo económico y no tener tiempo, en aquella época vivía a base de milanesas de soja y ensalada. Los alimentos vegetarianos son más caros y necesitás tiempo para prepararlos”, analiza.

El estigma social. 

A las complicaciones en la salud y la poca oferta de productos alimentarios se le suma otro factor muy poderoso: la presión del entorno. Así, un evento tan sencillo como ir a cenar fuera de casa puede generar estrés y muchas dudas en quienes buscan seguir en la senda del vegetarianismo.

“Era ir a un asado y saber que con alguien me a iba a pelear, me iban a discutir, hacer fundamentar tres mil veces mi elección o tratarme de amarga u ortiva”, cuenta Gabriela Presta, de 28 años, quien luego de ser vegetariana por más de casi una década volvió a comer carne. “Hoy, mi dieta es normal, pero hay muchas cosas que no como: carne con huesos, bondiola o hamburguesas poco cocidas. Prefiero cosas donde no me dé cuenta que es un animal muerto. Nada de ver sangre en el plato”, detalla.
El nivel de presión puede llegar a ser tal que hasta puede afectar los vínculos de la pareja. Según una reciente encuesta realizada por el sitio Today.com sobre más de 4.000 solteros estadounidenses, casi el 30 por ciento de los consumidores de carne aseguran que no saldrían con un vegetariano o vegano. El argumento que esgrimen: los vegetarianos son percibidos como personas más sofisticadas y complicadas para convivir. Además, explican que si salieran con una persona vegetariana, no podrían disfrutar de comer carne sin culpa. Las mujeres encuestadas aseguraron que un hombre vegetariano es visto como “menos masculino”.


“Volví a comer carne después de 9 años. Lo importante es honrar lo que se come, Sea una verdura o un animal.” (Daniela, 30 años)Los vaivenes de la vida cotidiana y las obligaciones laborales también llevan a relativizar este tipo de dieta estricta. Para Daniela Dini (30), periodista gastronómica, éste fue uno de los puntos que, tras un ciclo de 9 años, la llevaron a volver a consumir carne. “Volví de a poco. Y de hecho, no como carne en mi casa ni me cocino, al menos no por ahora, pero por mi trabajo como periodista gastronómica suelo ir a comer a muchos restaurantes y para mí es fundamental probar lo que me traigan”, explica.
Aunque hoy asegura que no siente culpa, para ella, lo fundamental es “honrar eso que uno come de alguna manera. Sea una verdura o un animal, hay que entender qué estás comiendo, no invisibilizarlo, y tratar de ser lo más responsable posible en esa cadena. Si tenés acceso a comprar un pollo orgánico, carne de pastura, pescado al pescador, comer en un restaurante donde el cocinero se ocupa de buscar pequeños productores, o elegir productos que se producen cerca de donde vivís, estás favoreciendo una cadena noble y sos parte de eso”, analiza.
Más que dietas radicales y dogmas inflexibles donde hay alimentos prohibidos, la conciencia sobre qué y cómo se come se impone como una tercera opción más sensata que abrazan desde una nueva generación de chefs hasta consumidores responsables de su salud y también del medio ambiente.

“Volví a comer carne después de 9 años. Lo importante es honrar lo que se come, Sea una verdura o un animal.” (Daniela, 30 años)



POR QUÉ NO: "Puede ocasionar trastornos"
Por Inés de la Parra*

El vegetarianismo estricto puede ocasionar trastornos de salud en grupos vulnerables, como, por ejemplo, las adolescentes mujeres. Muchas de ellas, esconden sus problemas alimentarios tras dietas restrictivas que pueden llevar a tener pérdidas de la menstruación por falta de proteínas y hasta problemas durante el embarazo y el parto.

Además, si en la misma población se toma a un grupo de mujeres que sigue una alimen-tación normal y a otro grupo que cumple con una dieta ve-getariana, en el segundo habrá un gran nivel de alteraciones hormonales. Esto se da en las mujeres mayores de 18 años, pero en las adolescentes los trastornos son mayores. Otros de los grupos que pueden llegar a ser vulnerables son las bailarinas de danza clásica y las modelos. Lo ideal es tener una dieta variada y que esté bien equilibrada, que incluya verduras, cereales y también carnes.

*Médica del Servicio de Ginecología del Hospital Italiano de Buenos Aires y ex presidenta de la Asociación Médica Argentina de Anticoncepción.


POR QUÉ SÍ: "Ayuda a la buena salud"
Por Ana Lía Aguado*

Ser vegetariano lleva tiempo y trabajo, pero los resultados pueden ser maravillosos y se pueden utilizar los alimentos para ayudar a la buena salud. Culturalmente la presión es grande, pero también hay mucha gente que ha abierto su cabeza y no quiere perjudicar al planeta o matar un animal. Normalmente, cuando no se está seguro de eso se termina claudicando y esto suele ocurrir cuando se pretende seguir un dogma, con un proceso rígido y derecho. Para que eso no pase, el camino de cada uno debe fluctuar, variar, seguir la línea y los tiempos que cada uno pretende. Siempre despacio y escuchando al cuerpo porque no hace falta ser absolutamente vegano o vegetariano en un período corto. Una persona grande va a necesitar más tiempo de transición para abandonar la carne que alguien más joven. Lo importante es no sentirse culpable cuando no se logra el resultado y tener una meta fija, pero para llegar al estado de vegetarianismo cada uno debe transitar su camino y si lo logra se sentirá tan bien que si baja un escalón, después habrá fuerzas para seguir.

*Licenciada en nutrición naturista



Los asados de ayer: El nacimiento, auge y declive de la comida nacional

Es trágico pero cierto: perdimos el primer lugar en el ranking de consumidores de carne, nos pasó Uruguay. Los mitos de la argentina y por qué cambiamos nuestra dieta.

Fragmento de una increíble nota de Diego Vecino @contrarreforma

Es trágico pero cierto: perdimos el primer lugar en el ranking de consumidores de carne, nos pasó Uruguay. Los mitos de la argentina y por qué cambiamos nuestra dieta.
Asado en Mendiolaza de Marcos López

La metrosexualización de la comida

Un factor que explicaría la caída en el consumo de carne (el más polémico), tiene que ver con las transformaciones en el patrón sociocultural de consumo de alimentos. Acá hay dos elementos, que se alimentan mutuamente y que en realidad conforman un solo proceso indiferenciado. El primero es lo que la antropóloga especialista en alimentación Patricia Aguirre, conceptualizó con la fórmula "ricos flacos / gordos pobres" y que implica cambios fuertes en los hábitos alimentarios segmentados por el nivel de ingresos y la clase social. El segundo es lo que en el inframundo resentido de la argentinidad populista (y en los informes del IPCVA) se denomina "la metrosexualización de la comida".

Para Patricia Aguirre, durante buena parte del siglo XX nuestra sociedad conoció formas diferenciadas de ingerir alimentos que armonizaban con las estrategias de apropiarse de la renta: había dos cocinas, alta y baja, que sobredeterminaban dos formas distintas de llevar el cuerpo: los ricos eran gordos, porque gordura era sinónimo de opulencia, y los pobres eran flacos. "Se podía conocer la posición social por el tamaño de la cintura", afirma la antropóloga.

Sin embargo, hace treinta o cuarenta años, este saber socialmente aceptado se transformó: "Lo paradojal -prosigue Aguirre- es que se dio vuelta el sentido del hambre, y los que no tienen superponen carencias y sobrepeso. La obesidad del pobre está basada en el consumo de pan, papas, grasa y azúcar, mientras que en sectores más acomodados, la alimentación es más variada e incluye frutas y verduras, lácteos y carnes".

Estos cambios, créase o no, comienzan a darse en simultáneo al descenso en el consumo de carne. El abandono es doble: en la base de la pirámide socioeconómica, los segmentos más bajos migran hacia las grasas y los hidratos, al encontrar la carne a precios supervaluados por el impacto que provoca su rentabilidad en los mercados externos. En la punta de la pirámide, por otra parte, los sectores más acomodados se mueven hacia otras dietas, por la influencia de los nuevos discursos publicitarios y sanitarios, que asocian el consumo -en un sentido general, que incluye también la alimentación- con el bienestar, a veces ingenuo, de los sabores exóticos, de los paisajes bucólicos y de los nombres eufemísticos con que se transforma en una experiencia sensorial el acto pedestre de comer una ensalada con rúcula, queso parmesano y semillas.

¿Quién tiene la razón? "Una cosa interesante que se está produciendo hoy en día -afirma Patricia Aguirre- es la multiplicación de los saberes legítimos que dicen qué y quién debe comer qué. Hoy conviven los grandes cocineros que nos enseñan cómo comer rico para disfrutar de la vida, el sistema médico que nos enseña cómo comer sano para sobrevivir a las enfermedades, las ecónomas que nos enseñan cómo comer barato para llegar a fin de mes y la industria que nos enseña cómo comer rápido, precocido, desgrasado y envasado, todo codo a codo con la cocina porteña que nuestras abuelas solían preparar y que marca nuestro gusto y pertenencia".

En los últimos años, nuestra identidad argentina fue manoseada como nunca antes en la historia. Todo ese cúmulo de saberes y creencias que nuestros padres y abuelos daban por sentados a nosotros se nos antojan lábiles, lejanos y un poco arbitrarios. Para quienes nacimos en los tardíos 60, en los 70, en los 80, la Argentina sigue siendo, aunque débilmente, el país del asado, y el ritual se mantiene, aunque en muchos casos sea más bien bajo el glow kitsch de la experiencia retro, como un intento por recrear una gestualidad atractiva, pero no del todo propia. ¿Nos ganará la vertiginosa época actual, con sus fosforescentes tendencias que se reemplazan una y otra vez a sí mismas?

Cuando empecé a escribir esta nota, tenía la idea de hacer una encendida defensa del asesinato industrial y sistemático de vacas para el consumo a las brasas y la felicidad del pueblo. En serio, ¿qué otra cosa hay más litúrgica y protocolarmente feliz y argentina que un asado? Pero ahora no estoy tan seguro. Sobre el final, la sensación que me queda es que el asado perdurará, se transformará en un ritual vintage o morirá según el peso de su propia verdad histórica. No hay que defenderlo, hay que simplemente ponerlo en la posición incómoda de tener que sobrevivir frente a la hiperproliferación de nuevas formas de comer. 

La argentinidad encontrará siempre nuevos mitos, nuevas narraciones, nuevos humos que venderse a sí misma, con el fin de mantener el orgullo y la unidad. Seremos una nación futbolera y vegetariana, acaso, y si eso sucede será justo. Por mi parte, no pienso renunciar a ese momento repetido en el tiempo y el espacio de juntarme con mis amigos a comer un asado. Llegados los años en que ir a un boliche resulta pegajoso e incómodo, queda el culto reposado de la amistad en torno a un cacho de vacío. Nuestros hijos quizás prefieran comida de la India con vino frizante y no les recomiendo que los juzguen por eso.


viernes, 26 de septiembre de 2014

Chipa frola, lo nuevo en las artes culinarias del Paraguay.

Un brote de sentimiento tradicionalista, me llevó la pasada Semana Santa a preparar chipá en casa(*). Ciertamente cada año saco a flote mi pasado panadero pero esta vez hice mucha masa y llegó el Domingo de Pascua y no agoté las reservas del preparado.



Tenía dos opciones. Una era ir metiendo al horno cada día antes del desayuno cantidades determinadas de chipá para la jornada y la otra era ver qué opciones adicionales había. Hice chipá el lunes, el martes pero anoche pensé que debía haber una salida diferente.

Eché a rodar la creatividad y vengo a informarles que habrá un antes y un después de hoy, en el chipá apó (preparación del chipá). Sobre la masa que me sobraba coloqué una capa de dulce de guayaba y metí al horno una especie de tarta que resultó ser nada más y nada menos que una Chipa Frola, vale decir, pasta frola con masa de chipá.

Sus cualidades organolépticas son sensacionales. Me declaro el inventor de este bocado que puedo predecir, todos los paraguayos que viven en estas comarcas y los de ultramar, lo van a experimentar. Incluso voy a profetizar su próxima explotación y éxito comercial.

Aclaro que hice el chipa frola con lo último de masa que me quedaba y ya no sobraba para preparar las cintas que se colocan encima del dulce como un entramado. Mientras disfruto del sabor apasionante de mi primer chipa frola, comparto con todos este descubrimiento y que todos tengan un buen provecho.

(*) El chipá es un panificado autóctono paraguayo que puede hacerse de almidón o harina de maíz.



Mural rinde tributo a la fabricación de chipa

Un colorido mural que representa el proceso de elaboración y venta de la chipa fue pintado el 13 de Agosto por el artista Rolo Ocampos, en el patio de la planta baja del Shopping Mariscal (Paraguay).

El artista Rolo Ocampos trabaja en el mural dedicado a la chipa, que pintó en el patio del Shopping Mariscal.

La pintura tiene unos 3 metros de largo por 9 metros de ancho.

Refirió que el mismo fue realizado a pedido de la empresa Hijas de Feliciana Fariña y que ya viene con una pequeña historia de otros murales anteriores. Destacó que siempre le pareció pintoresco el oficio de las chiperas, al tiempo de señalar que para llevar a cabo esta obra se interiorizó de todo el proceso de elaboración de este alimento típico, visitando la fábrica de la citada firma.

“Es bastante interesante cómo se mueve, cómo están organizados, casi todas son mujeres”, refirió.

En cuanto al tiempo de trabajo, Ocampos destacó que la elaboración del mural le demandó unas 15 horas, distribuidas en dos jornadas.

Recientemente, el Congreso Nacional sancionó una ley que establece el segundo viernes de agosto como el Día Nacional de la Chipa. La promulgación dependerá del Poder Ejecutivo.

Fuente: abc.com.py

jueves, 25 de septiembre de 2014

Las 30 tazas más increíbles del mundo del diseño

Introducción


La revolución del diseño ha llegado a todos lados. ¿No nos crees? Fíjate en estas increíbles tazas. ¡Querrás tenerlas todas!

#1 Completamente ajena a las leyes de gravedad, la taza XU54 logra mantenerse firme sobre uno de sus lados, sin volcar ni un poco de líquido en el intento.

#2 ¿Tienes que anotar algo de manera urgente y no tienes papel a mano? ¡Con esta taza, diseñada por Konitz, podrás hacerlo!




#3 ¿Ángel o demonio? Tú decides cada día según la taza que escojas. Diseñadas por Cloudberry.



#4 ¿Te agrada el té? Ahora, con el diseño de Jonas Trampedach, podrás guardar tus saquitos de té preferidos en un plato especial.



#5 Muy parecido a un juego de niños, estas tazas tienen un sistema de encastre que permite a una sola persona trasladar hasta seis de ellas. El diseñoes de Jonathan Aspinall.



#6 Para los amantes del café, ¡nada mejor que una taza hecha con sus granos!



#7 ¿Conoces algún fanático de París? Este conjunto de tazas apilables puede ser un gran regalo.



#8 La empresa japonesa Kinto creó estas hermosas tazas con diseño de colas de animales en lugar de asas. Además, puedes utilizarlas como porta velas. Se ven realmente bonitas, ¿no lo crees?



#9 Ideal para los fotógrafos, esta taza, creada por photojojo.com, es un hermoso regalo. ¡Procura no confundirla con los lentes de tu cámara!



#10 Puede ser que tengas hambre... ¡pero no te comas tu taza de café!



#11 ¿No tienes a quién darle la mano y te mueres de ganas? Ahora tu taza puede ayudarte.



#12 De frente, parece una taza normal pero, cuando la miras de costado... ¡qué fina es! Diseñada por Sharona Merlin, esta taza se creó bajo la premisa "cuando la tecnología avanza, los objetos tienden a hacerse más estrechos".



#13 Desde Shangai, llega el diseño de E Square. Se trata de una tabla de madera en la cual cada taza emula el pad de números de los teclados. Regalo perfecto para un geek.



#14 De los diseñadores de CKie, aquí está la taza más aguerrida de todas. ¡La taza granada!



#15 Si tienes miedo a las profundidades, ¡ten cuidado! Creada por Yumi Yumi, este grupo de tazas viene con diversos animales en su interior, los cuales son descubiertos a medida que tomas la bebida vertida en ella.



#16 Diseñada por la danesa Esther Horchner, esta taza es el regalo perfecto para cualquier señorita.



#17 La casa de diseño Mizar creó esta divertida taza que tiene dos simpáticos personajes pescando con el hilo de un saco de té. Ingenioso, ¿no?



#18 Puede que Modcloth sea una casa especializada en diseño de indumentaria pero, con este tierno diseño de tazas con rostro de oso panda, se ha consagrado entre los diseñadores de utensilios para el hogar.



#19 ¿Los saquitos de té caen al interior de tu taza y tienes que luchar para quitarlos? Megawing trae una solución para esto con este innovador diseñode tazas con un cierre que sostiene el hilo con el cual el té es sostenido.



#20 Con todo el frenesí verde en el que estamos viviendo, la llegada de las primeras tazas ecológicas era solo cuestión de tiempo. En este caso, Yanko Design optó por crear una taza que aproveche el agua que queda en su parte inferior para hacer crecer pasto.



#21 Si siempre quisiste tener pelo facial pero no lo has logrado, aquí llegó tu solución... ¡la tacita bigote! El creador de esta moderna y simple genialidad es Petter Bruegger.



#22 ¿Bigotes de crema? Con esta taza, ya no tendrás ese problema.



#23 La empresa Hot Flamingo realizó esta taza, la cual transforma esas molestas manchas en su borde en un divertido chiste.



#24 Este diseño es ideal para esos momentos en que deseas ojear tu tablet o leer un libro mientras tomas una taza de tu infusión favorita. Con su ergonómica forma, esta taza logra quedar erecta al ser apoyada entre tus piernas.



#25 Think Geek apela una vez más a los fanáticos de la tecnología con este trío de tazas inspirado en un teclado.



#26 Aunque no lo creas, el principal objetivo del diseño de esta taza no es la magia, si no evitar esas molestas aureolas que manchan tu mesa cuando el líquido en una taza se desborda.



#27 ¿Eres fanático de Plaza Sésamo? Entonces, esta taza es para ti. Diseñada por Samantha Ulrich, cuenta con un depósito de galletas. ¡Un regalo perfecto para golosos!



#28 Diseñar se trata de simplificar la vida de las personas... y nada más simple que unir la función de dos objetos totalmente distintos en uno solo, ¿no? Art Lebedev Studio creó la Ironius, una taza que, además, es una plancha.



#29 ¿Eres de aquellos a los cuales les gusta tomar sus bebidas bien calientes? Charles&Marie crearon esta taza, en la cual aparece la palabra "ON" (encendido en inglés) cuando la bebida que está en su interior está caliente y "OFF" (apagado en inglés) cuando la bebida que está en su interior está fría.



#30 ¿Te gusta pelear? Con esta taza, diseñada por Karich, estarás siempre listo para dar un manotazo.






martes, 23 de septiembre de 2014

Como comer sushi, 3 formas de hacerlo.

Creado por WikiHow Foto, Charlyfar, Maluniu

Si nunca has probado el sushi y quieres animarte a hacerlo, es totalmente normal si te sientes un poco intimidado por las comidas extrañas, su presentación y sus tradiciones. El sabor del sushi puede variar mucho según la manera en que se prepara, pero también por la forma en que se come. Esta guía te ayudará a saber qué esperar y cómo disfrutar de tu primera aventura con el sushi.

Método 1 de 3: Aprender los pasos esenciales


  1. Escoge un restaurante de sushi de buena reputación. Esto resulta particularmente importante si es la primera vez que vas a comer sushi. El pescado mal preparado puede arruinar la experiencia y quitarte las ganas de repetirla, en especial si no eres un adepto de la comida marina. Podrás experimentar probando en varios restaurante una vez que hayas tenido algunas experiencias positivas con el sushi, pero si eres un principiante, lo mejor será optar por la opción segura.
  • Pide alguna sugerencias. Si no sabes exactamente qué restaurante bueno está al alcance de tu bolsillo, pregúntales a tus amigos o a las personas del barrio.
  • No des por sentado que el precio equivale a la calidad. Si bien el sushi tiende a ser más costoso que otros tipos de cocinas, no es necesario pagar $100 dólares por persona para comer uno de calidad, dependiendo de dónde vivas.
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  1. 2. Aprende las reglas básicas del sushi.. En casi todos los restaurantes de sushi, podrás elegir sashimi, nigiri, maki y temaki.
  • El “maki” hace referencia al “rollo de sushi”. Lo normal es que el maki lleve uno o dos tipos de pescado y vegetales enrollados con arroz dentro de una hoja de alga tostada y cortados en porciones de un solo bocado. Este es el mejor primer paso para aquellos que son un poco quisquillosos para comer pescado crudo.
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El “nigiri” hace referencia a aquellas rodajas de pescado crudo sobre un bollito de arroz en forma oval. Se preparan a orden del chef y normalmente se sazonan con un poco de wasabi y salsa de soya antes de que llegue a tu mesa.

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El “sashimi” hace referencias a aquellas rodajas de pescado crudo que se sirven en un plato sin arroz. Por lo general, esta es la manera más básica y limpia de comer sushi, aunque no sería la más apropiada para los principiantes.

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El “temaki” es similar al “maki”, la diferencia es que los ingredientes están enrollados en forma de cono, los cuales deberás sostener y morder como lo harías cuando comes un taco

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  1. 3.  Lee bien la carta para advertir el nivel de calidad. A veces, puede ser difícil distinguir un buen restaurante, que sólo sirve ingredientes de calidad, de uno que no. Preguntar “¿sirven pescado fresco?” podría ser ofensivo, así que aprender a darte cuenta de las señales tú mismo. Las descripciones a continuación son propias de un restaurante no tan bueno:
  • Venden buffet de sushi a un precio fijo.
  • Las comidas no están escritas en japonés.
  • La mayoría de lo que se vende son rollos de sushi con nombres, tales como: delicia oriental.
  • El restaurante hace otros tipos de gastronomías, como comida china o tailandesa.Más de la mitad de los ingredientes a la venta son cocidos o fritos.
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4. Conoce los condimentos. Normalmente, un plato de sushi viene con wasabi, el cual parece una bolita de pasta verde. Este condimento picante viene a veces con el maki y el nigiri, pero tendrás más a tu disposición, si así lo deseas.. El jengibre encurtido viene en rodajas delgadas y de color rosado, las cuales se colocan al lado del plato y se usa para limpiar el paladar luego de algunos bocados. También, tendrás un plato hondo para que puedas remojar tu sushi en salsa de soya.


Método 2 de 3: Pedir sushi

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1. Si puedes, siéntate en la barra de sushi. Esto te dará la oportunidad de interactuar con el chef de sushi e inspeccionar la calidad del pescado en exhibición, el cual no deberá verse seco ni poco apetecible.

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     2. Pide el sushi directamente del chef, si te es posible. Pide todo lo que no sea pescado al camarero. Pregúntale qué te podría recomendar y si podría servirte el pescado más fresco de todos. Ya que el sushi es a base de pescado crudo, mientras más fresco, tendrás mejor sabor.Preguntar si el pescado está fresco podría ser ofensivo, pues implica que parte del pescado no lo está. Limítate a pedir sugerencias. Si no te apetecen, pide algo que sí lo haga. No existe un pedido único y perfecto.

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3. Busca la variedad. Si hay mucha gente o si no puedes sentarte en la barra, pide una gran variedad de estilos y de sushi para tener una idea de lo que te gusta. Pide algunos nigiris, makis y prueba el sashimi, si tienes mucha curiosidad. Pide todo aquello que parezca rico o que te recomienden. Si gran parte del menú está en japonés y no tiene traducción (lo cual lo más probable será en un buen restaurante), lee a continuación la lista de los pescados más comunes con su traducción:
  • Shake: salmón fresco
  • Maguro: atún de aleta azul
  • Hamachi: atún de cola amarilla
  • Ebi: camarón cocido
  • Unagi: anguila de agua dulce
  • Tai: pargo rojo
  • Takko: pulpo
  • Tamago: huevo dulce
  • Masago: caviar de capelín
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4. Pídele al camarero los aperitivos y las bebidas. Si quieres comer algo mientras se prepara el sushi, lo más popular es: edamame (granos de soya cocidos), suimono (caldo traslúcido) o misoshiru (sopa de granos de soya fermentados). Para tomar, pide té verde, cerveza, sake o agua; las gaseosas opacarán los sabores sutiles del sushi.

Método 3 de 3: Comer sushi

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1. Lávate las manos antes de comer. En muchas de las barras de sushi dan toallas húmedas calientes para limpiarse las manos antes de servir la comida. Aunque muchos optan por comer con palitos, es totalmente aceptable comerlo con las manos, así que lavarse las manos es lo apropiado, en especial si vas a compartir el plato con amigos.

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2. Prepara un poco de salsa de soya. Vierte un poco de salsa de soya en el tazón para remojar el sushi. A algunos les gusta mezclarla con wasabi, mientras otros consideran que esto es muy occidental y lo ven como una falta de respeto. Pregúntale al camarero o al chef si puedes remojarlo, si no estás seguro de hacerlo, trata de agregar el wasabi directamente sobre el pescado si quieres más.
  • Sé cuidadoso cuando remojes el nigiri en la salsa de soya. Remoja el pescado, no el arroz, para que la pieza no se rompa ni se llene de salsa de soya salada. No lo remojes tanto. Primero, pruébalo sin salsa y luego usa los condimentos a tu gusto.
  • Si el sushi ya viene con salsa, no lo remojes. Pruébalo y disfrútalo tal como lo haya sazonado el chef.
  • Otra opción es que puedes usar los palitos para remojar el jengibre en la salsa de soya y luego usarlo para bañar la salsa en el pescado en lugar de remojarlo en el tazón directamente. Hacer esto también te hará sentir el aroma del jengibre sin necesidad de comerlo directamente.
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3. Come el sushi de un solo bocado. Si es muy grande, cómelo en dos. Siente los sabores y las texturas. Quizá te sorprenda lo suave y tierna que es la carne de pescado. Recuerda que se supone que no debe abrumarte ningún sabor fuerte, más bien debes sentir el balance de sabores y texturas. Tómate el tiempo para disfrutarlo.

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4. Refréscate la boca con una rodaja de jengibre entre bocados. Lo mejor es hacerlo entre bocados de diferentes tipos de sushi. No lo comas al mismo tiempo que el sushi ni tampoco comas grandes cantidades de jengibre a la vez.

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5. No dejes el plato vacío. Podría considerarse de mala educación comerse todo porque implica que el chef no preparó la cantidad suficiente. Otra alternativa es comerlo todo y decirle al chef que estuvo delicioso, pero que estás satisfecho.

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       6. Listo!



Fuente: es.wikihow.com