martes, 21 de octubre de 2014

Prepara un perfecto martini seco, con la receta de Luis Buñuel

Difícil negar que el martini es uno de los tragos con mayor linaje. La estética de su figura, color y aroma, aunado a su potencial psicoactivo, lo convirtió en una de las bebidas favoritas de múltiples personajes, entre ellos Humphrey Bogart, Roosevelt, y Clark Gable, quienes quizá encontraron en el martini un vehículo para surfear con éxito los azares de la noche.



Otro de los legendarios bebedores de este elixir, fue el cineasta surrealista, Luis Buñuel. La devoción del español por el martini era tal que incluso le llevó a promover su receta para elaborar un ‘perfecto’ martini seco:
En un bar, para inducir y mantener el ensueño, hay que tomar gin inglés. Mi bebida preferida es el Dry Martini. Dado el papel primordial que ha desempeñado el Dry Martini en esta vida que estoy contando, debo consagrarle una o dos páginas (…) Básicamente se compone de gin y unas gotas de vermouth, preferentemente ‘Noilly-Prat’.

Permítaseme dar mi fórmula personal, fruto de larga experiencia, con la que siempre obtengo un éxito bastante halagüeño. Pongo en la heladera todo lo necesario, copas, ginebra y coctelera, la víspera del día en que espero invitados. Tengo un termómetro que me permite comprobar que el hielo está a unos veinte grados bajo cero. Al día siguiente, cuando llegan los amigos saco todo lo que necesito. Primeramente, sobre el hielo bien duro echo unas gotas de vermouth y media cucharadita de Angostura, lo agito bien y tiro el líquido, conservando únicamente el hielo que ha quedado, levemente perfumado por los dos ingredientes. Sobre ese hielo vierto el gin puro, agito y sirvo. Esto es todo, y resulta insuperable.

Vale la pena advertir que el martini, como digno embajador de la ginebra, es un abridor de vórtices –los cuales tras ser atravesados hacen del destino un juego aleatorio. Así que si prefieres evitar jugar un poco de neuro-ruleta, lo mejor sería consumir el “martini zen”, que en palabras de PJ O’Rourke, consiste en: “un martini sin siquiera una pizca de vermouth, pero tampoco de ginebra”, es decir, un martini de aire e intención.


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