lunes, 14 de diciembre de 2015

Cocinan la primera hamburguesa de laboratorio de 325.000 dólares

Ha tenido lugar en Londres la cata oficial de la primera hamburguesa de carne sintética del mundo. Dos voluntarios (Un investigador australiano y un crítico gastronómico de Chicago) han dado buena cuenta de la hamburguesa, cuya carne procede de 20.000 fibras de proteína de vacuno cultivadas completamente en laboratorio. El veredicto no es muy sorprendente: No sabe mal, pero hay que mejorarla.

El corresponsal de la BBC Pallab Gnosh fue informando, vía Twitter, del resultado de la cata. Ambos sujetos de prueba pidieron ketchup para afrontar el reto, pero eso no sirvió para ocultar ciertos aspectos raros de la carne sintética. Para empezar, no tiene nada de grasa, lo que la hace menos jugosa de lo esperado. El cultivo de células de grasa en laboratorio es todavía un callejón sin salida para los científicos.

Por otra parte, los catadores también encontraron la carne más dura y seca, y con un sabor peculiar, no desagradable, pero definitivamente diferente del de la carne natural.

La hamburguesa ha sido desarrollada gracias al trabajo del Dr. Mark Post y su equipo en la Universidad de Maastricht. El proyecto ha costado años de investigación y 325.000 dólares en inversión. La práctica totalidad de ese dinero ha sido donado por el cofundador de Google, Sergey Brin.

Post reconoce que aún tendrán que pasar 10 o 20 años antes de que la carne sintética llegue al mercado. Ahora mismo es demasiado cara de producir y aún hay que investigar más sobre sus efectos en el consumo. El investigador añade que, en cualquier caso, el desarrollo de una alternativa es necesario. La demanda de carne se ha incrementado de forma dramática debido al aumento de la población, y el sistema productivo de ganado está ya al límite.

Según The Economist, en 2007 la demanda de carne fue de 268 millones de toneladas, mientras que hace cincuenta años era sólo de 70 millones. La carne sintética podría producirse con sólo el 4% del ganado actual, y con un 45% menos de energía. Eso por no mencionar el beneficioso impacto medioambiental de reducir la ganadería intensiva. [The Verge y Pallab Ghosh]

Foto: kadluba bajo licencia Creative Commons

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