El pop-up es un concepto fugaz, itinerante, donde los chefs proponen nuevas experiencias fuera de sus cocinas.
Esta revolución gastronómica empezó en Londres y Nueva York y se fue divulgando por todo el mundo frecuentada en mayor medida por foodies o sibaritas que buscan nuevas emociones entorno a un buen plato. Aunque la corriente está en alza actualmente, ya existía en las casas señoriales de Cuba y Estados Unidos sobre 1979.
Su punto de partida son comidas temáticas en lugares secretos descubiertos mediante las redes sociales pocas horas antes de la gran cena, o limitadas en número de comensales cuando se trata de grandes chefs.
Restaurantes con fecha de caducidad que pueden existir tan solo un día o una semana, o itinerar por varios países, como puede ser el caso de futuro del chef Grant Achatz, poseedor de 3 estrellas Michelin y uno de los propulsores de la cocina moderna estadounidense, que cerrará temporalmente en 2016 su casa central en Chicago para abrir restaurantes pop-up en Madrid y Miami.
Ya lo hicieron chefs de renombres como los hermanos Roca (El Celler Can Roca) con su gira latinoamericana o el malagueño Dani García con el evento denominado “A cuatro manos”. En este momento, un caso destacado es el del chef Heston Blumenthal, que abrirá en Australia mientras su emblemático restaurante The Fat Duck permanece cerrado por obras.
Una nueva fórmula de negocio y de interactuar con otras culturas fuera de sus espacios habituales, ya que su ubicación puede ser un tren abandonado, un estudio de diseño, una casa en el campo, incluso una estación de metro londinense. Ahora toca pensar: ¿Revolución o resurgimiento de tendencias?
Fuente: thegourmetjournal
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