Muchos somos los comensales que salimos cada día a la calle y comemos en bares o restaurantes. En muchos casos añoramos la comida casera, esa que nos elaboraban nuestras madres o abuelas a fuego lento durante varias horas partiendo de un buen fondo, en ocasiones difícil de encontrarla.
Por ese motivo, Francia ha dado un paso legislando lo que es o lo que no es comida casera para fortalecer a los negocios que elaboran cada día esos tradicionales platos, que se marcarán en las cartas con un símbolo obligatorio y que no cuenta con el apoyo unánime de los cocineros. El proyecto podría crear aproximadamente 25.000 empleos en los más de 135.000 restaurantes del país, según las autoridades francesas.
Platos cocinados totalmente en el local, partiendo de productos en bruto (alimentos crudos), productos tradicionales de cocina, o productos elaborados tales como charcutería, quesos, pan, pasta, levadura, condimentos o frutos secos.
Una iniciativa que no existe en nuestro país cuyo objetivo es eliminar de las grandes cocinas los alimentos preparados con muchos conservantes y con grandes cantidades de sal en busca de una alimentación más sana y saludable, además de valorar el concepto casero más allá de una arma de venta.
En España existe algo similar pero no igual, denominado Kilómetro 0 por el movimiento Slow Food, una corriente nacida en Italia con más de 1.500 productos de todos los países.
Se basa en comprar los alimentos a productores locales, comarcales o territoriales en un radio inferior a 100 kilómetros y de forma sostenible, evitando los transgénicos.
Platos que se diferenciarían del resto buscando la mejor calidad y los productos de temporada.
Fuente: thegourmetjournal
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