La riqueza de los quesos españoles está claramente demostrada por las trece marcas de queso que gozan de denominación de origen, que preservan los procesos artesanales de elaboración y la calidad del producto, y que dan cuenta de las distintas regiones queseras del país: Norte o Verde, Mediterránea-levantina, Interior mesetaria e Insular.
Son trece grandes marcas de queso, entre las que sobresalen el Roncal, el primer queso español en obtener la denominación de origen, en 1981, aunque su comercialización sólo alcanza el 4 % del total, y mis quesos preferidos: el Tetilla gallego, con leche de vaca; el Majorero, de la isla de Fuerteventera, Canarias, de cabra; el Mahón, de la isla de Menorca, en el archipiélago balear, de vaca; el Cabrales, de Asturias, un queso azul elaborado con la mezcla de leche de vaca, oveja y cabra, y el, para mí inolvidable, queso Manchego, elaborado con leche de oveja manchega en la región de la Mancha, hecho desde la Antigüedad y valorado por los antiguos romanos, los musulmanes (que llamaron “manya”, sin agua, a la región, dando nombre a la región manchega), y por toda la gente, entre la cual yo, con humildad, me cuento.
Todos esos quesos están amparados por la tradición, pero hay, muchos más, que sobresalen por su calidad, como el gallego San Simón, de vaca, o el cebreiro, también gallego y de vaca, o el picante Valdeón, de León, elaborado con leche de vaca o con una mezcla de vaca y cabra, de acuerdo con la estación.
Son, en fin, grandes quesos españoles que respiran tradición y calidad, y hacen florecer el paladar en cada bocado.
Fuente: cocinayvino
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